El Ultimo Deseo by Andrzej Sapkowski

El Ultimo Deseo by Andrzej Sapkowski

autor:Andrzej Sapkowski [Sapkowski, Andrzej]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Literatura Fantástica
ISBN: 9788498890259
editor: Geralt de Rivia
publicado: 2009-12-11T23:00:00+00:00


—¡Silencio! ¡Dejadle hablar! —¡Este zopenco cacareador insulta a su majestad!

—¡El barón de Tigg tiene razón! —Silencio —dijo Calanthe de pronto mientras se levantaba—. Permitidle terminad.

—Infinitas gracias —se inclinó Clococo—. Pero justo he terminado.

Se hizo el silencio, extraño después del tumulto que habían levantado las palabras del barón. Calanthe se levantó de nuevo. Geralt no pensaba que nadie aparte de él hubiera visto el temblor de la mano con la que se secó la frente.

—Señores míos —dijo por fin—, os merecéis una explicación. Sí, este... Erizo... dice la verdad. Ciertamente Roegner le prometió aquello que no se esperaba. Parece que nuestro llorado rey era más bien cateto en lo tocante a asuntos de mujeres y no sabía contar hasta nueve. Y a mí sólo me confesó la verdad cuando estaba en su lecho de muerte. Porque sabía lo que le hubiera hecho si me hubiera hablado antes de este juramento. Sabía de lo que es capaz una madre de cuyo hijo se dispone con tan poco seso.

Los caballeros y nobles callaron. Erizo estaba de pie, inmóvil como una estatua de acero breada de púas.

—Y Clococo —siguió Calanthe—, en fin, Clococo me recordó que no soy una madre, sino una reina. Está bien, entonces. Como reina, mañana convocaré al consejo. Cintra no es una tiranía. El consejo decidirá si el juramento de un rey muerto ha de decidir la suerte de la heredera del trono. Se anunciará si habrá que dársela a ella y al trono de Cintra al intruso o si se procederá de acuerdo con los intereses del reino.

Calanthe se calló por un segundo, miró de reojo a Geralt.

—Y en lo que respecta a los nobles caballeros que han acudido a Cintra con la esperanza de la mano de la princesa... Sólo me queda expresar mi dolor por el cruel desprecio y menoscabo de su honor que aquí se les hace. Los absurdos que aquí se han descubierto. No soy yo la culpable de ello.

Entre el tumulto de voces que se alzó entre los invitados el brujo percibió el susurro de Eist Tuirseach.

—Por todos los dioses del mar —murmulló el isleño—. Esto no es justo. Esto es un claro llamamiento al derramamiento de sangre. Calanthe, simplemente les estás azuzando...

—Cállate, Eist —siseó con rabia la reina—. O me harás enojar.

Los ojos negros de Myszowor centellaron cuando el druida señaló con ellos a Rainfarn de Attre, que se preparaba para levantarse con una expresión terrible y furiosa. Geralt reaccionó al punto, se le adelantó, se levantó el primero, haciendo un fuerte ruido con la silla.

—Puede que no sea necesario convocar al consejo —dijo en alta y sonora voz.

Todos se callaron, mirándolo con asombro. Geralt sintió sobre él los ojos esmeralda de Pavetta, la mirada de Erizo desde detrás de las rejillas de su negra visera, percibió también la Fuerza acumulándose como las ondas de un diluvio, vibrando en el aire. Vio cómo bajo el influjo de esta Fuerza el humo de antorchas y candiles comenzaba a tomar formas fantásticas. Vio que Myszowor también lo veía.



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